Se acerca el final de curso y parece que es final del año.
Todavía sigo de alguna manera viviendo a la par del curso académico, es decir, con su ritmo. Puede ser porque mi casa está al lado de un colegio y me entero de todo, (por cierto, que pesados y la que arman). Cuando no hay cole la tranquilidad es inmensa, se nota.
Lo curioso es que cuando pasa un año de algo, parece como si reviviera o sintiera de alguna manera lo que ocurrió aquel año.
Por ejemplo, todos los años comenzaba a trabajar a principios del verano. Ahora, muchas veces en esas fechas, tengo las mismas sensanciones, olores, sonidos e incluso nervios.
Es peculiar, pero me pasa. Sigo percibiendo el agobio y estrés de los exámenes en cada junio de mi vida también.
Lo bueno es que ya no tengo ese trabajo ( suena mal pero es que no era lo mío) y los exámenes de ese tipo ya se acabaron.
El otro día me encontré a la madre de una chica que había sido amiga mía hace tiempo. Me comentó que su marido había fallecido hacía dos meses. ¿Por qué precisamente hace ese tiempo me había acordado tanto de esa amiga? Lo sentí.
Cosas singulares. Nada más