Llevo dando vueltas a un tema que últimamente está de actualidad. Lo curioso es que hoy, me puse a mirar mi mano y me doy cuenta de que ya no está. El callo de mi dedo corazón que me había acompañado durante tantos años, ha desaparecido. Hacía mucho que ni miraba para él. No está...
Y ese es el tema, el debate actual sobre lo poco que escribimos hoy en día con lápiz, boli, o todo lo que no sea un ordenador, y la posible desaparición de la escritura.
Hace unos meses que murió mi tía abuela. Entre las cosas que recogimos de su casa, no pude dejar pasar por alto su agenda de teléfonos escrita a mano con su letra, que por cierto era bonita. Tenía algo especial. La tengo guardada.
Mi madre era zurda y la obligaron a ser diestra. Digamos que se quedó en el medio, pero su escritura dice mucho del tema.
A mi padre le enseñaron caligrafía, de esa de antes. Tiene una letra hermosa.
De tanto coger apuntes en la carrera yo tengo una letra muy fea, adaptada a la rapidez necesaria para apuntar lo máximo posible del conocimiento de mis profesores. Cuando había algún tema que me costaba estudiar, lo escribía y era una forma de poder asimilarlo mejor.
Mi hermano es zurdo, y su letra y hasta su firma son muy "básicas" digamos y sin que se entere.
Al margen de los razonamientos académicos sobre este tema y la importancia que me imagino tenga para el aprendizaje de la lectura y la expresión, la escritura es algo personalísimo y forma parte de la historia de cada uno.
Todavía a día de hoy, me gusta y me llama la atención cada vez más, ver la letra que tiene la gente. Quizá porque ahora se esconde. Quizá porque ya no se lleva.