sábado, 27 de junio de 2009

Adivina adivinanza

He vuelto, han sido unos meses muy ajetreados y relajantes a la vez. Qué contradicción. Pero aquí sigo.
El otro día me llevaron en coche. Sí ya se que es habitual este tipo de viajes pero resultó, aunque fue muy cortito, interesante. Monté al vehículo e iba hablando con la persona que tenía al lado y observando de reojo el habitáculo en el que me encontraba. Estaba heco una pena. Por esa superficie no pasaban un trapo o bayeta desde hace siglos. No digo nada cuando miré el suelo, a mis hermosos pies (entre tanta mugre no destacaban la verdad). Sin comentarios. Creo que cosas tan simples dicen mucho de la gente a la que le pertenecen o en general creo que el mundo nos habla muchas veces sin necesidad de emitir sonido alguno.

Cuando voy por la calle con alguien resulta que me doy cuenta de que en cuanto tienes que cruzar, por ejemplo, hay gente que tarda mucho en reaccionar. Luego lo asocias con otras cosas y te das cuenta de que son más lentos en la vida en general.

No digamos que la señora del coche en ciertos aspectos de su mundo será más sucia que otros, seguro.

Es como la escritura. Si te fijas solo un momento y sin saber de grafología, te puede transmitir ciertos rasgos de la personalidad. También la firma. Analizando la gente cercana asocio ciertas formas de ser. Otras veces reconozco que me desconciertan.

Cuando vas al servicio en las cafeterías o restaurantes aunque intentes hacer tus "cosas" y pasar de largo a veces muy rápidamente, creo que reflejan la manera de hacer de los que trabajan allí y siento decirlo pero probablemente tendrá reflejo en la cocina (puaj).

Sin querer en nuestro recorrido por los días de la vida, vamos dejando pistas. Dependiendo de en qué momento o situación o incluso humor nos encontremos, tendremos que elegir ignorlas o aprovecharlas. Tú mismo